Fachadas ventiladas

El principio de funcionamiento de las fachadas ventiladas es tanto sencillo como ingenioso. Consiste en la creación de un espacio de aire, a menudo denominado cámara ventilada, entre la pared exterior original del edificio y la nueva fachada que se instala. Esta cámara de aire no es un mero espacio vacío, sino un componente vital para la eficiencia energética del sistema.

La cámara ventilada actúa como un regulador térmico natural para la edificación. Durante los meses más cálidos, la radiación solar calienta la fachada exterior del edificio. Sin embargo, en lugar de transmitir este calor al interior del edificio, el espacio de aire en la cámara ventilada permite que el calor se disipe. La circulación vertical de aire, un fenómeno conocido como efecto chimenea, favorece esta disipación de calor. El aire caliente, más ligero, asciende naturalmente, creando una corriente de aire que extrae el calor de la cámara, ayudando a mantener fresco el interior del edificio.

En contraste, durante los meses más fríos, la cámara ventilada ayuda a retener el calor dentro del edificio. El sistema de fachada ventilada proporciona una capa adicional de aislamiento que reduce la pérdida de calor. Al mismo tiempo, la circulación de aire en la cámara puede minimizar la condensación en la fachada, lo que reduce los problemas de humedad y mejora la calidad del aire interior.

En resumen, el espacio de aire en las fachadas ventiladas desempeña un papel crucial en la regulación de la temperatura del edificio y en la mejora de su eficiencia energética. Este sistema de fachada, por lo tanto, no solo aporta una estética atractiva y moderna a la edificación, sino que también contribuye a un entorno de vida o trabajo más saludable y cómodo.